Parecía que se caía la noche y el fantasma de la anterior goleada se proyectaba sobre el Tigre, pues en seis minutos, Abdón Reyes marcó dos goles y dejó a la visita en estado de coma. Al menos, eso parecía.
Pero a The Strongest nunca hay que darlo por muerto, ni siquiera cuando parece que ha dejado de respirar. Por ello, no solamente pudo igualar el marcador, sino que lo remontó y estuvo cerca de lograr otro triunfo.
En el anterior partido jugado en esa cancha, los atigrados perdieron por siete a dos, pero ayer volvieron a demostrar que aunque los sanjosecistas siempre son formidables adversarios, son superiores a los orureños. Lo saben ambos
EL PARTIDO. Tres minutos y un pase a las espaldas de Martelli y Paz, los zagueros centrales de la visita, y Reyes abría la cuenta. Tres minutos más tarde y una jugada muy parecida y Reyes anota el segundo. El delirio en las tribunas era inenarrable.
Sin embargo, los aurinegros siempre se inventan un caudillo y a falta del titular, Pablo Escobar, apareció Ernesto Cristaldo.
Se hizo dueño de las acciones en el medio, su experiencia pesó sobre propios y extraños y a su conjuro, los stronguistas se volcaron sobre el arco de Carlos Lampe, que debió extremar recursos hasta que a los 42, Luis Hernán Melgar desniveló.
Y en la segunda parte, a los 12' y a los 13', el propio Melgar y Nelvin Soliz dijeron que ponían las cosas en su lugar.
Tres a dos y el dominio territorial continuaba. Rodrigo Ramallo falló dos claras opciones y Daniel Chávez estuvo cerca en otra, pero como resultado de que los locales, acicateados por su público, intentaron llevar peligro sobre la valla rival, comenzaron a gestar algún peligro.
No daba la impresión de que podrían igualar la cuenta, pero un balón se estrelló en el pecho y en un brazo de Enrique Parada. El juez señaló que era una falta penal, que a tres minutos del final reglamentario de las acciones, el argentino Mauro Bustamante transformó en el tres a tres definitivo.
Y pese a ese envión anímico, fueron los atigrados quienes apuraron en los instantes finales a los orureños.
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