No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. Después de dos partidos francamente malos, The Strongest se recuperó ayer de la mejor manera y goleó a Wilstermann por cuatro goles contra uno. Más allá del resultado, lo que robó la sonrisa de los hinchas fue la producción del equipo.
La goleada sirve, en consecuencia, a los atigrados, para soñar con un mejor final de temporada, aunque los números muestren una apreciable diferencia con los punteros de la competencia.
La idea del entrenador interino Arturo Norambuena fue el adecuado y, a ello, se sumó el hecho de que los jugadores mostraron su deseo de dedicar la victoria a su director técnico, Néstor Óscar Cravioto, quien atraviesa un momento familiar muy difícil en Argentina.
El mérito es mayor pues los gualdinegros tuvieron al frente a uno de los mejores equipos de la temporada que, bajo el mando de Julio César Baldivieso aspira, a pesar de esta goleada, a coronarse campeón.
El mensaje de Norambuena fue claro. Los titulares serán éstos y las posiciones que ocuparán serán las que defendieron ayer.
Por ello, a pesar de que el rival atacó con tres hombres y buscó insistentemente el arco rival, la defensa se mostró más solvente, mucho más que en los partidos precedentes, en los que permitió que cedan puntos que no debieron perderse.
Marco Paz se destacó, mientras que Luis Fernando Martelli, aunque con algunas vacilaciones, recuperó la tranquilidad.
Diego Wayar se mostró como un lateral seguro en la marca y movedizo en la proyección, mientras que Jair Torrico hizo recordar al jugador que, por mérito propio, se ganó un lugar en la Selección Nacional.
Ernesto Rubén Cristaldo y Alejandro Chumacero volvieron a dar equilibrio en el medio, lo que dejó mayor libertad a Raúl Castro y Pablo Escobar, con dos hombres por delante, dejó de tener la responsabilidad de ser el "hombre orquesta" del equipo, mientras que Rodrigo Ramallo y Abel Méndez mostraron que no han perdido el hambre de anotar y que, cuando se lo proponen, no son egoístas.
Además, cuando ingresaron Nelvin Soliz y Maximiliano Bajter no desentonaron. El primero puso en evidencia que se recupera satisfactoriamente de la lesión que le impidió tener regularidad en este semestre, en tanto que Bajter dio algunas señales de lo que se exige a los jugadores que se enfundan la casa oro y negro: esfuerzo, sacrificio, marca y despliegue físico, antes que los firuletes y las jugadas espectaculares. En suma, el aporte individual al servicio del juego colectivo.
Desde un principio, los stronguistas se mostraron más ambiciosos. El solvente golero visitante Matías Dituro y su defensa habían conjurado algunas acciones de riesgo, hasta que a los 14 minutos, Rodrigo Ramallo celebró con alegría el primer gol, tras recibir un muy buen pase de Escobar.
Catorce minutos más tarde, Abel Méndez conectó una buena habilitación de Ramallo para anotar la segunda conquista, pero viejos fantasmas volvieron a volar sobre el Tigre, cuando öscar Díaz descontó apenas un minuto más tarde.
En el segundo periodo, el golero Daniel Vaca tuvo bastante trabajo, pero la expulsión de Augusto Andaveris restó fuerzas al Rojo. El partido era intenso, hasta que a ocho minutos del final, Escobar anotó la tercera cifra para el dueño de casa y liquidó al elenco wilstermannista, que vio impotente cómo cinco minutos más tarde, una triangulación de los locales terminaba, Alejandro Chumacero mediante, en la cuarta y definitiva anotaciòn del cotejo.
VIOLENCIA ANTES Y DESPUES
Sin seguridad
Se advirtió ayer absoluta falta de seguridad ayer antes y durante el cotejo entre atigrados y rojos. En la plaza Triangular un grupo de hinchas de Wilstermann agredió a stronguistas0con piedras y botellas. Como consecuencia, una persona identificada como José Monroy debió ser hospitalizadas.
Durante el cotejo hinchas del equipo visitante atacaron con piedras al bando contrario y fueron pocos los policías que estuvieron en el lugar para controlar la situación.
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