Hoy por hoy, al cierre de la séptima fecha del torneo Apertura, precisamente el Tigre con fútbol y goles se ha puesto en órbita como uno de los equipos más pintados para discutir el título en juego, aunque sólo se caminó un tercio del campeonato en disputa, y triunfos como el conseguido ayer, lo hacen como el señalado para anestesiar a quienes intenten cruzarse en su camino.
Ayer, sin bien concurrieron factores diversos, donde el circunstancial adversario se entregó mansito al cadalso, puede resultar engañoso cuando al frente esté un oponente respondón y será entonces que se podrá extraer –elementos de crítica con mayor rigurosidad- y hablar de la jerarquía individual y colectiva del elenco que dirige el paraguayo Pablo Caballero.
Convengamos entonces que ayer los goles determinaron las características del partido, donde los gualdinegros hicieron lo que quisieron ante un desvalido albiverde que no tuvo ni siquiera un pisca de otras jornadas memorables donde peleaba balones palmo a palmo.
Un modesto y desorientado Oriente, que se fundió en distracciones, terminó cegado por un adversario que propuso en juego práctico centrado en la escalada de los laterales (Ramiro Ballivián y Jair Torrico), el manejo ordenado y de distribución criterio de balón en el medio campo, y con la avidez de gol de sus hombres más adelantados.
EL PARTIDO
De comienzo el Tigre husmeó y se percató de las limitaciones de su rival, puso el balón en territorio de enfrente y el libreto se cumplía sin sobresaltos, porque la lucha era desigual, la visita-además- no tenía la fórmula para cambiar el trámite del juego que se hizo un monólogo.
De siete jugadas con clara opción para el gol para el local, con dos convertidos, en la primera etapa, se traducía lo sucedido en en encuentro, Oriente con sus juego dejó de espectador al meta Daniel Vaca.
El primer tanto fue consecuen cia de una incursión rápida por el flanco derecho, el “buscapié” que encontró a Cristaldo en la boca del arco y la mandó adentro cuando sobraban piernas de la zaga albiverde (18’). El segundo, otra vez el balón encontró al lateral Ballivián con un corredor largo para explotar, y cuando le tocó encarar a su marca (Mercado), salió el meta Argüello y chocó con su compañero, y el balón “mansito” se puso a consideración del aurinegro que no hace más que con sutil toque y rasante anotó la segunda cifra (35’).
En el complemento, el Tigre aceleró y era previsible que el tablero se iba a moverse mas. Corrida de Ballivián, pase a Chuma y corte quirúrgico para Escobar que sin marca, superó con tiro bajo a Argüello, tercera cifra (4’ ST); en diablada acción de Escobar que se zafó de dos defensores y su centro bajo encontró a Torrico que punteó y es el cuarto gol (12’); una mano en área grande, se transformó en penal y gol, el segundo de Cristaldo (16’), el quinto del local.
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