Hinchas de The Strongest no se quedaron a dormir en las afueras del Hernando Siles ni madrugaron mucho; sí se levantaron un poco más temprano de lo habitual para ganarse un lugar más adelante en las filas y asegurarse una buena ubicación en las tribunas para el cotejo con River Plate, a diferencia de lo que había sucedido una semana antes con los de Bolívar previo al encuentro con Boca Juniors.
Los primeros en llegar lo hicieron un poco después de las siete de la mañana para hacer fila en la recta de general. Unos minutos después ya había hinchas con entradas para la curva sur y mucho después los seguidores con boletos para la preferencia y la norte.
Entre los primeros en acercarse a las inmediaciones del Siles, recta de general, estaba Ceferino Alí, un “atigrado de toda la vida” que desde hace 35 años radica en Cochabamba. Lo hizo acompañado de su nieto Aarón Gutiérrez Alí y se reencontró en La Paz con un amigo de la juventud: Pedro Díaz, otro hincha gualdinegro.
Durante la larga espera —primero para entrar al estadio (alrededor de las 15.30) y tres horas más para el inicio del partido—, Ceferino y Pedro recordaron varios episodios que les tocó vivir juntos siguiendo al club de sus amores. “Integramos la barra del club junto al Chupa Riveros, aquella que se situaba en la curva sur”, contó don Ceferino.
Se le vino a la mente un especial recuerdo de la Libertadores de 1975, en la que The Strongest y Wilstermann se enfrentaron a Unión Española y Huachipato. “Viajamos a Santiago de Chile, en los dos partidos perdimos 4-0”, rememoró Ceferino y además apuntó que unos 50 seguidores fueron esa vez para apoyar.
Pedro contó que al final de uno de los dos partidos “los hinchas locales nos querían sacudir, pero empezamos a cantar: ‘hermanos chilenos, Bolivia les saluda’; entonces se calmaron”. En otra puerta de acceso a la recta de general, el primero de una fila aún corta era Henry Escóbar. Cuando los rayos del sol empezaron a molestarle sacó el paraguas para protegerse y a fin de que la espera no fuera muy calurosa.
Arturo Paredes también estuvo desde temprano. Fue el elegido de su familia para reservar un lugar en la fila. El mismo grupo lo integraba don Víctor Viscarra, quien para hacer llevadera la espera, al margen de la charla con los otros hinchas, se llevó un libro “para matar el tiempo”.
En la sur, donde se ubican las barras organizadas del club, las filas para el ingreso empezaron recién a las 09.00. La primera fue la señora Berta Nina de Illanes, hincha atigrada desde que tiene uso de razón. “No madrugué, pero sí voy a agarrar un buen lugar”, dijo.
Un atigrado y otro de River, los primeros
Las filas para ingresar ayer al estadio Hernando Siles empezaron a formarse exactamente a las 07.10, en la recta de general. A esa hora no existía aún gente para los otros sectores. Los primeros en hacerse presentes fueron Aarón Mejía y Martín Pozadas, dos amigos que no se hicieron problemas para llegar con casi 11 horas de anticipación para ver a los clubes de sus amores.
Aarón es hincha del Tigre y Martín, de River. “Soy de aquí, pero no sigo a ninguno de los clubes de La Paz ni del país”. Los jóvenes, apenas llegaron se pusieron cómodos y se sentaron en una grada de la puerta 14 e iniciaron la espera. De a poco vieron cómo otra gente se pegaba a ellos. A esa hora, en los interiores del Siles, empleados del Sedede (Servicio Departamental de Deportes) se encargaban de los últimos detalles para la puesta a punto del escenario.
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