— ¿Qué le comunicó el presidente Salinas acerca de su situación?
— Que ellos (los dirigentes) prescinden de mis servicios y que a partir de hoy (ayer) no soy más el técnico de The Strongest.
— ¿Le ha explicado los motivos?
— La verdad es que los motivos son para no tenerlos en cuenta, no quiero decir otra cosa. Me explicaron que tuve algún tipo de maltrato a los dirigentes. Lamento mucho que en el Club The Strongest, con el que tengo relación hace 29 años, porque la primera vez que llegué fue en 1987, haya siempre este tipo de problemas, de falta de apoyo a sus técnicos y sus jugadores, y que la consecuencia de esto sea justamente la desesperación, que los dirigentes hagan que siempre haya inestabilidad dentro del club. En los momentos en que se ha vivido un poco de estabilidad, The Strongest ha sido exitoso en lo deportivo. Hoy viven desesperados por algún resultado y no están pudiendo enfocarse en cómo se sacan esos resultados.
— ¿Ése es el verdadero motivo?
— Me dijo que mi trabajo es muy bueno, muy profesional, que eso se ha demostrado en la cancha; pero cuando estoy caminando por los pasillos del estadio, hay veces que no saludo a algún jugador. Tengo tantas cosas en qué pensar que por ahí me paso. Es realmente una situación muy difícil de entender, porque la situación deportiva del club es lo que debía preocupar hoy para lo que es The Strongest, que está en segundo lugar en la Liga, mañana (hoy) ganando a Ciclón estaría otra vez en la pelea con el primero, a la espera de lo que haga el líder con todas las posibilidades de ser campeón. Y en la Copa el equipo está con todas las chances de pasar (a octavos) y jugar por un millón de dólares, que si se pasa se tiene mucho dinero y la gloria de sacar a un equipo tan grande como es el Sao Paulo; pero el enfoque hoy está en que si los subí a los dirigentes atrás o si fueron o no fueron, o que si saludé o no a un jugador, y cosas muy ridículas. Creo que este directorio no está enfocado en lo que realmente debe ser el club, en que la parte deportiva le puede traer un bienestar económico.
— ¿Cómo se va?
— Sorprendido, porque dirijo 11 años y en todos los planteles por los que he pasado siempre me han recordado con mucho cariño. Ahora me están haciendo quedar mal a mí, como si tuviera una mala relación con los jugadores, porque a alguno no le he saludado. Realmente me da pena, porque soy un agradecido a esta institución. La gente y la hinchada no se merecen esto.
— ¿No hubo nada más?
— Por eso: dicen que yo paso con cara de enojado, que no lo saludo a un jugador equis o zeta. Nunca he maltratado a un futbolista. Hace unos 15 días, Ramiro Ballivián, que no me conocía bien, porque lo tuve poco tiempo en la selección, me dijo: “Usted no había sido tan malito como me decían, más bien bastante buenito”, y ahora resulta que tengo mala relación con los jugadores.
— ¿No es verdad entonces que tuvo incidentes con alguno?
— Sí, hubo un problema en el partido con Trujillanos con el jugador Luis Maldonado, que ante la llamada de atención que le hice por una jugada del primer tiempo se molestó, vino, salió a pedir explicaciones, hubo un alboroto bastante fuerte en el camarín, pero nada que no pase en un camarín normal de fútbol, porque es fútbol, no un juego de muñecas.
— ¿Se va por la puerta grande?
— La verdad es que no me voy por la puerta grande, porque los dirigentes no han dejado hacer las cosas bien. Lamentablemente, ellos han tenido mal manejo, me voy muy dolido, pero con la frente en alto por lo que hemos hecho deportivamente. Lamento lo que pasa, porque creo que debería ser diferente el manejo de una institución tan grande.
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