“Tenía siete años, yo soy de Viloco”, cuenta Maruja Quispe y recuerda que fue muy triste lo que se vivió después del accidente aéreo en el Centro Minero en el que su padre, Pedro Quispe, era contratista albañil.
“Pese a que estábamos muy cerca no sabíamos lo que había pasado, pero me acuerdo bien de todo aunque era muy chiquita”.
Doña Maruja, quien el jueves cumplió 57 años y con el tiempo se hizo hincha de The Strongest, vive en Achumani y tiene un quiosco pegado al Complejo, dice que “el jinete fue el primero en ver los restos del avión”.
¿Quién era el jinete? la pregunta obligada. “Era una persona que venía con su caballo, la mina era como aquí, como Achumani más o menos, un lugar un poco alejado, y él se subía en su caballo a lo más alto del cerro y de ahí miraba todo. Iba a cazar vizcachas y las vendía a los mineros”.
Dos o tres días después del accidente “él vio el avión caído y le fue a avisar al gerente de la Empresa Minera Viloco, quien con su gente intentaron llegar hasta el lugar”.
Rememora que los trabajadores no eran suficientes, por eso el gerente se comunicó con su padre para que reuniera más personas a fin de ubicar el sitio donde cayó la nave.
“Como mi papá era albañil tenía trabajadores en los pueblos cercanos: Collpani, Cairoma, Tanapaca y Tienda Pata. La gente fue con sus mulas, con sus burritos, para que pudieran recoger los restos de las víctimas y del avión”.
El velorio de los jugadores atigrados en la Catedral. Foto: Historia del Fútbol boliviano
También Maruja llegó hasta el lugar, como casi toda la gente del pueblo; pero fue complicado, el sitio era prácticamente inaccesible porque no había camino, solamente sendas y había que llegar caminando. “Toda la gente lloraba, fue muy triste”.
No se olvida que fue la primera vez que vio un helicóptero y “gente elegante”, porque varios de los familiares de las víctimas llegaron hasta el lugar. “No eran muchos, porque tal vez no entraban. Ellos vieron los cuerpos, aunque era difícil reconocerlos por lo quemados que estaban; sin embargo los recogieron en unas camas plomas”.
Hasta entonces no sabía de la existencia de The Strongest ni de Bolívar; “pero desde ese año yo me volví stronguista”.
Varios años después y cuando su padre se retiró de la empresa, junto con su mamá y sus ocho hermanos se fueron a vivir a Patacamaya; “y como somos tantos hermanos yo me vine a la ciudad y llegué hasta Achumani”.
Ahí conoció a su esposo Raúl Garnica (59 años), quien es empleado del Complejo desde que tenía 17.
Maruja conoce a fondo la tragedia de Viloco y muchas más historias del club de la que hoy es una hincha más.
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