Uno de los sueños de Ramiro Ballivián (Coripata, Nor Yungas, 8 de abril de 1992) se hizo realidad en este 2015. Llegó como refuerzo a The Strongest, club del que es hincha desde niño. En poco tiempo se ha ganado el cariño de la hinchada, la confianza del entrenador Pablo Caballero y también de sus compañeros.
Mucho tiene que ver en este buen momento el arranque del Tigre en el torneo Apertura.
Ramiro Castillo, su tocayo y paisano, es su inspiración en el fútbol, aunque nunca lo vio en una cancha, sabe de su capacidad solo por videos. Cuando tenía poco más de cinco años, el gran Chocolatín falleció, por eso no tuvo la oportunidad de verlo.
El respaldo de su familia: Felipa Rosa Ballivián, su mamá; sus hermanos Miguel Martín y Pamela Gilka, y su novia Tatiana Lenz Pardo, es fundamental para seguir creciendo.
Quiere ser campeón con el Tigre y también se ilusiona con jugar la eliminatoria con la selección nacional.
— ¿Desde cuándo juegas al fútbol?
— Juego desde mis cuatro años, en mi pueblo siempre había campeonatos en el atrio de la iglesia, donde está la Virgencita del Carmen. Las historias de los futbolistas de Coripata: Ramiro, Iván Castillo, los Iriondo, los Angola, Natalio Flores, empiezan ahí, en el atrio de la iglesia.
— ¿Algún jugador que te gustaba cuando eras niño?
— Ramiro Castillo, no me acuerdo mucho de él, pero siempre escuchaba su nombre, todo el mundo hablaba del Chocolatín, todos querían ser como él. Es el máximo exponente de lo que es el fútbol en mi pueblo, aunque hubo muchísimos otros; pero el Chocolatín es al que quieren más, y uno siempre quiere imitar y tratar de ser como él.
— ¿Lo conociste?
— No, no tuve la oportunidad. El único recuerdo que tengo es cuando llegó al pueblo con su familia, lo vi cuando estaba entrando al hotel. Yo era chiquito, tenía cuatro o cinco años.
— ¿Al margen de Ramiro, tuviste algún otro ídolo al que hayas visto jugar?
— Yo juego fútbol porque mi mamá era compañera de curso de Ramiro, y me acuerdo que una vez me dijo ‘si quieres jugar fútbol, tienes que jugar como Ramiro Castillo’, cosa que creo es muy complicado, porque por los videos que he visto por internet, no hay un jugador yungueño como él, con esa gambeta, con ese remate. Ha sido uno de los mejores jugadores yungueños y también del fútbol nacional. Pienso que está a la talla de (Marco) Etcheverry, Milton Melgar, (Julio) Baldivieso, por decir algunos nombres. Soy fanático de Ramiro, es mi único ídolo, hasta cuadros de él tengo en mi casa, porque siempre ha sido la inspiración para jugar fútbol, quisiera jugar un poquito como él, cosa que es complicado, porque él era el mejor. Tengo en la memoria lo que me dijo mi mamá, por eso entrené, entrené y llegar al Tigre donde él jugó, para mí es gratificante.
— ¿Cómo siguió tu carrera después?
— Mi mamá era muy exigente y para que juegue al fútbol tenía que estudiar; si no tenía buenas notas, no me daba permiso para ir a la cancha, así que el fútbol y los estudios tenían que ir de la mano. Lo tomé bien en serio, tenía buenas notas. Iba al colegio en la mañana, en la tarde hasta las tres, cuatro de la tarde hacía mi tarea y luego a la cancha, todos los días. También iba a correr, hacía cosas extras por mi parte, porque escuchaba que eso hacían los grandes jugadores, y ya soñaba con ser profesional y ese sueño lo he logrado.
— ¿Cuál fue tu primer equipo o tu primer club?
— El primer equipo con el que iba a entrenar tenía un cuerpo técnico, fue la selección de Coripata. El profesor Ricardo Landavery me dio la oportunidad de jugar en el Interyungueño a los 14 años, por cumplir 15. Ese año el torneo se jugó en Irupana. No hicimos grandes cosas, pero sirvió para foguearme, después me fui a Cochabamba a continuar mis estudios por la salud de mi madre, porque tenía que vivir ahí. Me fui a probar a un equipo que se llamaba Cala Cala, me aceptaron, jugué en la Sub-15, Sub-17; después fui a Universitario de San Simón, ya a nivel semiprofesional en la Primera A. Me convocaron a una selección Sub-15 para un sudamericano, el profesor Óscar Villegas era el entrenador. Luego fui a probarme a Universitario de Sucre, justamente estaba Eduardo Villegas como técnico y me aceptó, él me dio la oportunidad de jugar a nivel profesional.
— ¿En qué año fue eso?
— En 2008, debuté en un partido en Trinidad con Real Mamoré. Ese fue el primer sueño hecho realidad. Ese mismo año fui campeón. Me acuerdo que existía la norma de que un Sub-20 tenía que jugar obligatoriamente 45 minutos, entonces pude jugar.
— ¿Siempre de lateral?
— No, jugaba de mediocampista por derecha, tipo 8. El profe Villegas me hacía jugar de volante. Como ya sabía moverme por la banda derecha, se me hacía fácil jugar de lateral y no tuve problemas.
— De 2008 hasta este año en Universitario, ¿o jugaste en otro club?
— Siempre en Universitario, prácticamente es mi segunda casa, como se dice. Estuve desde que era juvenil, tuve la oportunidad de jugar Copa Libertadores, Sudamericana. Salí dos veces campeón: en 2008 y el Clausura 2013-2014. Universitario es mi casa, agradecido de corazón con toda la gente de Sucre que me abrió los brazos y obviamente con el club por toda la confianza.
— ¿Hincha de Universitario o hincha de The Strongest?
— Soy hincha del Tigre desde chico. El yungueño o es de The Strongest o es de Bolívar. Toda mi familia es stronguista y estar aquí es uno de los tantos sueños que uno se traza en la vida. Trato de hacer siempre lo mejor, a veces salen bien las cosas, otras no; pero Universitario es mi casa y siempre estoy al pendiente de cómo le va, porque fueron muchos años y uno le agarra cariño.
— Cuando The Strongest se enfrente a Universitario (domingo 27 de septiembre), ¿va a ser especial?
— Va a ser especial, porque en mi carrera profesional jamás he jugado en contra de Universitario.
— Si haces un gol, ¿lo festejas?
— Ojalá pueda marcar un gol, pero no lo festejo.
— ¿La hinchada del Tigre es diferente a la de Universitario?
— Las dos son exigentes, pero acá la hinchada tiene su saborcito especial.
— Decías que llegar al Tigre es cumplir una de tus metas.
— Es uno de los tantos sueños que uno se traza en la vida, como tener una casa, un auto, entonces llegar acá es uno de los sueños que he podido cumplir. Ojalá pueda jugar todos los partidos y ser campeón.
— ¿Con qué grupo te has encontrado?
— Un grupo muy humilde, gente muy buena, que es creyente de Dios y eso es muy importante. La humildad es la base de todo éxito.
— La gente, los mismos jugadores, siempre destacan que este plantel es una familia, ¿es así?
— Sí, es una familia, es algo que de verdad te sorprende, todos tiran para un mismo lado y así para uno es más fácil encajar. No solo son buenas personas, sino grandísimos jugadores.
— ¿El cuerpo técnico?
— El cuerpo técnico también, te quedas sorprendido de la clase de personas que son, también muy humildes, trabajan muy bien, pero hay que rendir para poder estar en la consideración de ellos.
— ¿Ahora a pensar también en la selección?
— Agradecido con Dios por la oportunidad y a seguir trabajando, es un partido amistoso el que se viene con Argentina, pero el objetivo es jugar las eliminatorias, ese día vamos a estar mucho mas contentos que ahora.