Lino Alonso llegó a los 13 años a su querida Venezuela junto con su familia; amante del fútbol empezó a dirigir en el Deportivo Galicia, por ocho temporadas, donde salió campeón en dos ocasiones y en la Segunda División (1987-88 y 1991-92). Luego formó parte de las inferiores de las selecciones venezolanas y se convirtió en el formador de la mayoría de jugadores que en la actualidad triunfan en el fútbol mundial.
Alonso, apodado como el Tigre, fue un apasionado por el fútbol e hizo lo más complicado formar jugadores. No solo enseñó a jugar al fútbol también a convertirse en un profesional a través de los valores, los ejemplos, etc.
Nació en la gallega población de Orense, el 6 de junio de 1956, dirigió las selecciones de la categoría sub-15, sub-17, sub-20 y sub-23 de Venezuela. Además que fue asistente de César Farías en la selección mayor que estuvo a punto de llegar al Mundial de Brasil 2014. Alonso siempre bonachón, alegre, jovial en todo momento, varios jugadores indicaron que siempre buscaba lo positivo para seguir el camino del éxito. “En este momento es fácil ver nacer a las estrellas en el fútbol venezolano. Crecer es más difícil, porque son muchos”, consideró Alonso en una entrevista hace años atrás y después lanzó una especie de parábola sobre los jugadores llaneros.
“Antes teníamos en un despoblado un arbolito. Luego otro árbol. A esta edad, es un bosque. Dentro del bosque se imponen ciertos árboles por el tipo de terreno o por la variedad de árboles. En este momento hay un bosque, y quisiéramos que pudieran salir árboles bien grandes, bien fuertes, buena madera que durara mucho. Pero el árbol depende de la raíz: lo que se ve del árbol para arriba depende de lo que tiene del terreno para abajo. Qué valores traen, forma de vida y aceptación a lo que conseguirán, como en el bosque el viento, el agua, la tala, la quema. Siempre sobrevive el más fuerte o el mejor ubicado”.
Alonso resaltó siempre que los mejores logros fue ver a sus jóvenes que en un momento eran flaquitos y que soportaron sendas goleadas, y que ahora triunfan en el fútbol europeo o en la selección venezolana. Aunque logró una medalla de bronce en el campeonato Odesur (1994) y la medalla de oro en los Juegos Centroamericanos y de Caribe (1998), siempre quiso más.
“Siempre trabajé con una esperanza, con optimismo. Aquellos momentos no nos dejaron cicatrices, sino cosas positivas, veo que cada vez podemos incorporar más recursos, optimización. Ahora los escenarios están más cerca de la población, no hay que atravesar la ciudad, cualquiera puede entrenar en canchas de grama artificial, todos sin distinción, se abren escuelas... yo estoy muy contento”, confesó Alonso en su momento.
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martes, 11 de abril de 2017
Alonso, un formador, un técnico diferente
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