Daniel se detuvo por un instante, observó a un costado y levantó la mirada, ésa mirada que en muchos partidos le permitió alertar a sus músculos para lucir sus felinos reflejos. Los ojos tristes, la barba crecida pero con la fortaleza intacta.
Para conversar brevemente con la prensa, aclaró su garganta y se escuchó su voz, esa voz que de un grito ordena su defensa.
De repente, surgió la pregunta obligatoria ¿Daniel cómo está tu recuperación? Y él respondió: “Hoy se cumple una semana de mi fractura en el tobillo, estoy tranquilo porque no ha sido tan grande como se creía. Anoche (por el jueves) me colocaron plasma en la zona de la fractura, fueron como cuatro pinchazos, dos directamente al hueso. Ahora toca esperar la evolución. Hoy (por ayer) me pusieron el yeso. Esperamos evolucionar día a día con la fisioterapia”.
Luego, Daniel respiró profundo y recordó que en 18 años de carrera nunca sufrió una lesión tan complicada como la de ahora (fractura de tobillo). “Me toca vivir una etapa difícil pero tengo el apoyo de mis compañeros y de mi familia”, subrayó el jugador nacido en Santa Cruz y que ya ha calado hondo en el decano.
Vestido con un deportivo de color azul y plomo de marca Adidas, Daniel agradeció la cobertura de prensa y comenzó a caminar lentamente ayudado por un par de muletas de aluminio.
Poco a poco se fue alejando hasta encontrarse con sus compañeros que lo abrazaron y entre risa y risa le dieron su aliento, ese respaldo que todo ser humano necesita en los momentos difíciles, ese apoyo que obliga a seguir luchando. En todo caso, es un hombre de fortaleza, se nota, porque no obstante está en uno de los momentos más complicados de su carrera, no baja los brazos, porque apuesta a recuperarse y estar en el arco atigrado lo más pronto posible. El tiempo y Vaca dirán.
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